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¿Por qué dos vinos que provienen de la misma variedad pero de distintos valles pueden ser tan diferentes entre sí? Aquí te contamos cómo influye el suelo, clima, localización y otros factores en un vino.
¿Sabías que una misma variedad de vino puede ser muy distinta de otra dependiendo del lugar donde haya sido plantada? Tal como indica este artículo de Nos gusta el vino, en casi todas partes se pueden producir uvas para vino, ¿pero se puede producir vino de calidad en todos esos lugares?
La frase “el vino se hace en el viñedo”, no desmerece el trabajo que hacen los enólogos y especialistas en las bodegas, pero es cierto que la calidad de la uva con que se elabora el vino será determinante en el resultado.
En esa línea, hay diversos factores que pueden influir y marcar la diferencia entre vinos de la misma variedad y distinta procedencia. Por ejemplo, el clima, el tipo de suelo, el terreno y su geografía son variables que determinan el carácter del vino. Todos estos factores interactuando entre sí darán como resultado el terroir.
Por un lado, los climas cálidos generan niveles de azúcar más altos, lo que produce vinos con mayor contenido alcohólico. Por otro, aquellas uvas cultivadas en climas fríos, presentan menores niveles de azúcar y mayor retención de la acidez.
En los climas más cálidos, la maduración de la fruta en el viñedo se produce más rápido y está asegurada. A su vez, es altamente probable que este vino presente abundantes aromas a frutos rojos y negros maduros.
Las uvas de viñedos con climas más fríos, suelen presentar aromas más complejos e interesantes, como el Pinot Noir Reserva Orgánico de Veramonte.
Asimismo, la lluvia y la amplitud térmica entre el día y la noche, también inciden sobre el viñedo y sus uvas. Se suele decir que la mayor la amplitud térmica ayuda a obtener unas uvas de calidad. Sin embargo, esta variable no es suficiente por sí misma (también es importante la composición de los suelos, como veremos más adelante).
Como explica este artículo de Cata del vino, la oscilación térmica diaria sirve, en el caso de los blancos, para desarrollar sabores de fruta fresca y acidez crujiente. En el caso de los vinos tintos, otorga un color profundo, taninos maduros y altos niveles de antioxidantes.
Los suelos tienen diferentes componentes como minerales, arcilla, arena, granito y más o menos roca, lo que afecta directamente en una mayor o menor retención de humedad. Cómo es y cómo está compuesto ese suelo influirá en gran medida sobre el sabor del vino.
Otro punto de crucial importancia es el terreno. Con ellos nos referimos a las características geográficas y geológicas del viñedo. Aquí se considera la altitud, cercanía de cerros o montañas, distancia del mar, proximidad de ríos, etc. Cada una de estas variables aporta características únicas.
En Chile existen diversos valles productores, tomando en consideración la extensión de más de 4.000 kilómetros. En el norte, la Región de Arica y Parinacota, produce vino desde hace 400 años, pero en el otro extremo, la Patagonia está produciendo vinos solo hace un par de décadas.
En el Valle Central, formado a su vez por el Valle de Cachapoal, Maipo, Colchagua, Curicó y Maule, se caracteriza por veranos cálidos y secos; inviernos lluviosos y fríos. Aquí se pueden elaborar muy buenos Carménère, Syrah, Merlot y Cabernet Sauvignon.
En valles fríos costeros como Casablanca, Aconcagua y Leyda -que reciben la influencia del Océano Pacífico y la fría niebla matinal-, se dan excelentes Sauvignon Blanc, Chardonnay y Pinot Noir; cómo también se pueden encontrar algunos tintos con más cuerpo de gran calidad como es el caso de Ritual Merlot y Ritual Syrah Alcaparral Block.
Los tintos plantados a los pies de los Andes (Maipo hasta el Maule) han demostrado excelente calidad y acidez natural. Esto principalmente por las temperaturas más frescas en la noche, la altitud en relación al mar, inclinación del relieve y menor drenaje. Gracias a su mayor concentración de sabores, aroma y mayor potencial de guarda, los vinos chilenos han obtenido reconocimiento mundial.
Gran parte de la calidad y las particularidades de un vino están determinadas por sus uvas y el terroir. Es con esta materia prima sobre la que trabajará el enólogo y su equipo. De ahí que el origen que un vino muestra en su etiqueta es fundamental para entender qué estilo de vino estamos eligiendo.
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