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Estás en la inauguración de una exposición artística y te preguntan qué quieres tomar. ¿Eres de los que pediría vino? Si la respuesta es sí, en este blog te contamos por qué la asociación es tan inmediata y natural.
Una copa de vino es idónea para el contexto artístico y se debe a una relación que viene dándose desde hace miles de años. De hecho, los registros históricos más antiguos sobre viticultura pertenecen a expresiones literarias y pictóricas. Veamos algunas claves para entender la fuerte asociación.
Se puede hacer todo un recorrido por la historia con obras pictóricas donde el vino forma parte. Aunque, basta con repasar las civilizaciones más antiguas y destacar cómo usaron las expresiones artísticas para representar el vino. Así empezó esta estrecha relación, hace miles de años.
Fíjate en los siguientes ejemplos:
El historiador Joshua J. Mark comenta en ¨Diez datos de la antigua Mesopotamia que necesitas saber¨ que esa civilización fue la primera en poner en práctica actividades que hoy son inherentes a las sociedades como las escuelas, precedentes legales y elaboración de bebidas fermentadas.
Claramente, en la fuente de la civilización no podía faltar el vino. Los mesopotámicos dejaron constancia de cómo producían vino en las tablillas cuneiformes, su forma de registrar y el método de escritura más antiguo.
Los frescos de las cámaras funerarias de Luxor y Saqqarah (rescatados y restaurados en su totalidad) muestran cómo el vino era parte de la dieta de las dinastías del antiguo Egipto y cómo hubo una intención de plasmarlo para la posteridad.
Las representaciones de Dionisos en la antigua Grecia son infinitas, desde menciones en la tradición oral hasta ser esculpido por célebres artistas como Praxíteles.
La cultura latina absorbió la creencia en este dios llamándolo Baco y también se le rindió tributo a través del arte como la pintura, escultura, lírica y teatro.
Ambos dioses hicieron un regalo y fue justamente el vino.
En estos periodos es donde la conexión entre el vino y el arte se hacen inquebrantables en la cultura occidental. Tanto en la cultura griega clásica como en la romana, el vino y el arte son puentes entre lo divino y lo terrenal.
Mucho mejor si van de la mano, ¿cierto?
Quedando el vino con una carga simbólica de representar la pasión e inspiración en la expresión artística, recurso muy usado por las siguientes etapas del arte occidental como el renacimiento, el barroco, el costumbrismo y el modernismo.
Varios años más tarde, entre el siglo XVII y principios del XVIII, el barroco se difundió por toda Europa y América Latina, así como por las colonias europeas. Tal como explica este artículo del sitio Un Buen Vino, Dionisos es uno de los dioses preferidos del barroco y está representado en numerosas obras del periodo.
En esa línea, “La bacanal” de Tiziano es una muestra clara, ya que ilustra la llegada del dios a la Isla de Andros que le estaba dedicada; donde corría vino en vez de agua.
Algo similar ocurre con la obra “El triunfo de Baco” de Velázquez, que muestra al dios del vino rodeado de personajes del con la cara enrojecida por el alcohol, o con “El Baco” de Rubens, que representa al dios corpulento, con Sileno a su espalda y una leona a sus pies.
Ya avanzando hacia el siglo XVIII, Goya se acerca a la temática vinícola con ejemplos como “La Merienda”, un cuadro en el que se ven unas cuantas botellas de vino en el suelo y dos de los jóvenes brindan con vasos de cristal.
En el siglo XIX y XX también hay exponentes de diversas corrientes artísticas que rescatan al vino dentro de sus trabajos.
Desde el impresionismo, Pierre Auguste Renoir es uno de aquellos que solía incluirlo en sus obras. Tal es el caso de “El almuerzo de los remeros”, en el que el vino tiene un papel protagónico. La escena toma lugar en la terraza de la Maison Fournaise, a las orillas del río Sena.
En el post-impresionismo, Van Gogh también rescató el vino en sus trabajos, como por ejemplo en su “Naturaleza muerta con botella y dos vasos” o “El viñedo de Arlés”, donde el pintor retrató el momento de la vendimia en un atardecer otoñal.
Asimismo, el vino también está presente en cubismo. ¿Una muestra? Picasso en “La bouteille de vin” plasmó la presencia vinícola. El genio malagueño creció rodeado de vides y vinos, de hecho, en esta zona se encuentra la denominación de origen más exquisita, imitada y nombrada en el mundo: jerez.
En definitiva, la relación del vino y arte está muy arraigada en la cultura occidental. A través del tiempo ha sido un elemento importante para narrar el goce de la vida, las ocasiones especiales, compañía perfecta, compartir y festejar, entre muchos otros significados.
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