Paella, gazpacho, atún con salsa de frutos rojos y pasto con pesto de albahaca. Cuatro alternativas para disfrutar en el verano.
Para depositar y fermentar el vino existen diversas alternativas que son fabricadas de distintos materiales. En el siguiente artículo podrás encontrar sus particularidades.
Actualmente en el mercado existen más recipientes que las barricas o toneles para guardar el vino. Nos referimos a las tinajas de greda o barro, estanques de acero, estanques de cemento o huevos de cemento. Cada una de ellas tiene diferentes características y, por lo mismo, ofrece distintas ventajas.
Revísalas a continuación:
Son sin duda el contenedor más antiguo en el que se vinifica. De hecho, su llegada a América fue junto con la colonización española. En Chile, en un comienzo se utilizaron para guardar vino y se mantenían bajo tierra para conservarlo a bajas temperaturas.
Actualmente, los expertos han redescubierto este tipo de recipientes. ¿Por qué? Principalmente porque cuenta con distintas propiedades, por ejemplo, su gran porosidad permite una alta oxigenación que da como resultado vinos característicos que buscan singularidad.
Las tinajas de greda o barro se usan para distintas variedades y sus aportes varían según el origen de la greda o barro.
Se comenzaron a usar en nuestro país en la década de los ’80 y significó una revolución en la vinificación principalmente para variedades blancas, que hasta ese minuto se elaboraban en grandes cubas de cemento o de madera como el raulí.
Gracias a este cambio, los vinos blancos comenzaron a ser más limpios, frescos y expresivos en su fruta. Además este tipo de recipiente tiene muchas ventajas como su fácil manejo, control de temperatura (crucial en el proceso de fermentación) y reduce los riesgos de contaminación del vino.
Fueron muy utilizados que aparecieron los estanques de acero, luego quedaron en el olvido al igual que pasó con las tinajas de greda.
Una de sus principales ventajas de este tipo de contenedor es que tiene una baja oscilación térmica, debido a que su materialidad impide que el calor traspase. Por esto, son más sostenibles; si se ubican en el lugar adecuado, no es necesario el uso de energía eléctrica.
Asimismo, este material permite fermentaciones mucho más aireadas por la porosidad de la misma.
Una derivación de estos son los huevos de concreto, un recipiente que hoy encontramos dentro de los favoritos de muchos enólogos de Chile. Esto se debe a que, además de las ventajas ya mencionadas, su forma ovalada carece de ángulos, lo que permite que el vino esté continuamente girando en su interior y no haya decantación de material sólido. Este punto es clave cuando se busca que la variedad se exprese en su total dimensión.
Otro aspecto relevante es el efecto de suspensión permanente de las lías; igual a que se estuviera realizando un batonage continuo. Esto se traduce en un vino con volumen y cremosidad.
Aunque pueden provenir de distintos orígenes (como californianos, argentinos y franceses), lo más importante es la neutralidad que debe poseer el concreto.
Como dato anexo, en la biodinámica este contenedor adquiere mayor relevancia porque su forma de “huevo” está relacionada con la forma en que se preserva la vida en la naturaleza.
Ciertamente la elección del recipiente donde se llevará a cabo la fermentación del vino puede influir en el producto final. Cada uno posee sus ventajas y desventajas, pero será misión del enólogo y la viña determinar cuál es el más adecuado para el vino que quieren lograr.
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Las cepas de vino en Chile nacen de uvas que se nutren y crecen en condiciones muy especiales, las cuales dependen del valle en el que fueron plantadas.
≫ Estas dos categorías son de suma importancia a la hora de entender los vinos y sus cepas. Aprende más sobre sus diferencias en esta guía ✨.
