¿Qué propone la cultura slow para vivir mejor? Este estilo de vida propone disfrutar con calma. Descubre cómo este movimiento se cruza con el vino orgánico
No todos los terrenos en los que se cosechan uvas para vino son iguales. Muchos están conformados de diferentes mezclas de suelos, los que entregan características únicas a las parras que crecen sobre ellos. Por lo mismo, existe una serie de propiedades que podemos asociar a un determinado vino según del suelo que provenga. A continuación, un breve resumen de las características que generan algunos de los tipos más comunes:
Se le considera un suelo arenoso a aquellos que cuentan con al menos un 50% de arena. Estos cuentan con una textura usualmente porosa que sirve muy bien para drenar flujos de agua, incluso en terrenos con bastante lluvia. Vinos como el Tempranillo de la región española de Ribera del Duero se caracterizan por darse en zonas definidas como arenosas.
Los suelos arcillosos tienden a mantenerse más fríos y retener más agua. Son los que cuentan con más subcategorías, y son internacionalmente reconocidos por ser el terreno propicio para que se den uvas de Pinot Noir y Chardonnay, dos variedades de las más consumidas a nivel mundial.
Vinos que se elaboran en este tipo de suelo exhiben aromas minerales, ligeros toques salinos y buenos niveles de acidez.
El resultado de estos terrenos son vinos de significativo contenido alcohólico, con bajos niveles de acidez y de, usualmente, muy buena calidad. De todas maneras, es importante mencionar que el exceso de caliza y un patrón mal escogido pueden causar desequilibrios importantes para el desarrollo preciso de la vid.
Son suelos con poca materia orgánica y que no permiten que las raíces se adentren muy abajo en la tierra. En ellos se refleja el calor del sol, lo que ayuda a que la vid alcance antes la madurez. Producen vinos con mayor graduación alcohólica, con notas minerales y de sabor complejo.
Este es uno de los tipos de suelo con mayor productividad agrícola, ya que tiene una proporción de arena, limo y arcilla idónea para el cultivo. Generalmente está compuesto de 45% de are, 40% de limo y 15% de arcilla; puede tener variaciones, en las que un elemento esté más presente, en ese caso para a hacer un suelo franco arenoso, arcilloso o limoso según sea el caso.
En el Valle de Casablanca se presentan características propicias para el cultivo de la vid, ya que se presentan suelos de origen aluvial, textura franco arenosa, con buena permeabilidad, escasa retención de agua de poca profundidad, baja materia orgánica y con poca alcalinización. Por tanto, se puede decir que estos suelos poseen las características para la obtención del justo equilibrio de las parras, factor principal para el vino proveniente de Casablanca sea tan especial, único y de alta calidad.
La mineralidad y el cuarzo presentes en los suelos de este valle también aporta a lograr vinos con características destacadas, principalmente aquellos que provienen de la parte más alta. Un buen ejemplo que refleja a la perfección la personalidad que imprime estos suelos son los vinos de Ritual, todos proveniente de cuarteles seleccionados de la propiedad de Viñedos Veramonte en Casablanca.
Por su parte, Colchagua es una zona bastante más cálida, lo que se traduce en vinos con sabores a fruta roja madura y exquisitos aromas. La zona de Apalta, «temblor» en dialecto indígena, es un pequeño valle en forma de herradura de donde vienen los vinos más reconocidos de todo Colchagua. Está rodeado por el norte, este y oeste por colinas que alcanzan los 600 metros de altura. Este sub valle se beneficia del viento que se genera entre el océano Pacífico y la Cordillera de los Andes.
El río Tinguiririca forma su frontera sur y regula las temperaturas. También trae el agua necesaria para el riego. El suelo es de arcilla arenosa que se mezcla con rocas volcánicas. Destacan variedades tintas como el carménère, conviene probar Primus Carménère, The Blend y Neyen, todos provenientes del campo que Viñedos Veramonte tiene en Apalta.
Otra zona de Colchagua es Marchigüe, a menos de 30 kilómetros del Océano Pacífico, es una de los sectores viníferos más cercanos a la costa del valle. En medio de la cordillera de la Costa, sus suaves lomajes dan fe de ello, posee suelos graníticos profundos cubiertos por grandes volúmenes de arcilla en la superficie, que son cubiertos por las brisas marinas que refrescan los viñedos.
Este efecto permite obtener vinos más frescos, con menos graduación alcohólica, y con una gran expresión aromática y frutal que se percibe en nariz y en boca. Los tintos reserva de Veramonte provienen de acá.
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¿Sabías que una misma variedad de vino puede ser muy distinta de otra dependiendo del lugar donde haya sido plantada?
¿A qué nos referimos cuando decimos que una viña orgánica ejecuta procesos sustentables? Revísalo en este blog.